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Ciprés común

El cupressus sempervirens o  es una especie de árbol de la familia de los cupressaceae cuyo nombre significa siempre vigoroso. Originario de la región mediterránea, este árbol se encuentra por toda Europa, Asia menor y algunas zonas del continente americano. En la actualidad, podemos encontrar muchas variedades de este árbol. Las más frecuentes son: el ciprés común, el ciprés piramidal, el ciprés italiano y el ciprés de los cementerios.



El ciprés es una conífera de gran altura, llegando a alcanzar los 30 metros de longitud; y de gran longevidad (puede llegar a los 500 años). Tiene un tronco grueso y una copa estrecha y compacta. Sus hojas son delgadas, aplanadas, de punta obtusa y color verde oscuro mate. Florece a finales del invierno y tiene frutos con forma de cono y superficie escamosa.




Este árbol suele sembrarse en parques y jardines por su valor ornamental, cortavientos, como setos decorativos y para realizar pantallas protectoras en las lindes de diferentes parcelas. También se utiliza su madera para la elaboración de elementos de ebanistería, en la construcción de barcos y en la realización de tallas. Sus hojas se emplean en infusiones, como tisanas.

Si queremos sembrar cipreses en nuestro jardín debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:

Podemos obtener ejemplares plantando las semillas que se encuentran en el fruto de los árboles. La mejor época para hacerlo es durante la llegada del buen tiempo o al término del verano, cuando ya no pueden alcanzarse altas temperaturas.
Si escogemos un ejemplar ya enraizado debemos tener la precaución de que sus raíces no se han enrollado. Suelen funcionar mejor los cipreses que provienen de macetas, pues soportan mal el trasplante del suelo.
Requieren suelos calizos, aunque se adaptan a todo tipo de superficies.
Son árboles de gran dureza, que soportan bien el viento, la sequía, las bajas temperaturas y las heladas.
Este árbol crece rápidamente durante sus primeros años de vida.
No requiere un riego constante salvo cuando están agarrándose al suelo. De adultos puede provocarles enfermedades.


Debemos colocarlos a pleno sol.
Se abonan durante las épocas de frío.
Durante sus primeros años, los cipreses no necesita que se le pode. Una vez que haya crecido, solo deben podarse si están enfermos o queremos darle alguna forma especial. En cualquier caso deben acometerse en las épocas de frío.
Hay que prestar atención a la “Seca del ciprés” (también conocida como seiridium). Para prevenir su aparición debemos aplicar un fungicida de manera periódica. También hay que observar los ataques de la cochinilla y del barrenillo.
Entre las leyendas asociadas con este árbol se encuentran la de que el arca de Noé estaba construida con la madera de este árbol.

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